Month: April 2020

Mercados emergentes precisam de controle de capital para evitar catástrofes financeiras

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Traduzida por Carolina Alves.

Todos os países estão atualmente enfrentando a ameaça sem precedentes de uma crise global da saúde, recessão econômica e colapso financeiro, simultaneamente. Mas, ao contrário dos países ricos, os mercados emergentes (EMs) não têm autonomia política necessária para enfrentar essas crises. A hierarquia global de moedas coloca EMs na periferia dos mercados financeiros globais, expondo-os a paradas súbitas de fluxos de capital causadas por gatilhos como a crise COVID-19. Imediato controle de capital, coordenado pelo FMI,è necessário para evitar um desastre financeiro

Em uma crise financeira global, há uma pressa em manter ativos líquidos denominados em moedas seguras, especialmente dólares americanos. Isso permite ricos países responder a crises com as necessárias ferramentas fiscais e monetárias. O oposto é verdadeiro para os EMs. Desde o surto de COVID-19, investidores internacionais retiraram grandes quantias de ativos dos EMs, causando uma depreciação dramática da moeda, especialmente aqueles expostos à queda dos preços das commodities.

Na última década, ampla liquidez global impulsionada por bancos centrais de países ricos, juntamente com a demanda sustentada por ativos líquidos, levou a enormes fluxos de crédito e investimento de capital nos EMs, onde os títulos e as bolsas de valores cresceram por volta de 15 trilhões para 33 trilhões de dólares americanos entre 2008 e 2019. ‘Economias de fronteira’ e EMs corporações emitiram volumes substanciais de dívida em moeda estrangeira. Com o G20 incentivo, os EMs abriram seus mercados de títulos em moeda nacional para investidores internacionais. No que foi denominado a segunda fase da liquidez global, novos instrumentos e instituições financeiras, como fundos internacionais e fundos de investimento abertos negociados em bolsa (ETF), possibilitaram a fácil negociação global de EMs ativos, consolidando a ilusão de liquidez.

Os EMs agora são confrontados com uma parada repentina de capital, pois as condições globais de liquidez apertam e os investidores fogem do risco: a exposição aos EMs continua sendo uma estratégia de alto risco/alto retorno, a ser liquidada em tempo de crises. Consequentemente, os EMs enfrentam severo ajuste macroeconômico exatamente no momento em que todas as ferramentas disponíveis devem ser usadas para combater a crise de saúde pública apresentada pelo COVID-19. Alguns países podem ser forçados a implementar uma política monetária restritiva na tentativa de manter o acesso ao dólar, enquanto a ação fiscal pode ser restringida pelo medo de perder o acesso a mercados globais. É improvável que as reservas cambiais forneçam ‘colchão de segurança’ suficiente em todos os países.

Há uma necessidade urgente de ação para impedir que essa crise chegue a proporções catastróficas nos EMs. Apesar de pedidos de ação de longa data, ainda não existe credor internacional de última instância. Os únicos instrumentos atualmente disponíveis são empréstimos dos FMI e linhas de swap cambial temporárias entre bancos centrais. Os empréstimos do FMI normalmente impõem ajustes fiscais, o que seria desastroso nas condições atuais. Os Fed está pronto para fornecer dólares americanos a um punhado de bancos centrais: entre os EMs, apenas o México pode acessar as linhas de swap do Fed sob as disposições do NAFTA. Durante a crise financeira global de 2009, o acesso foi concedido apenas ao Brasil e à Coréia do Sul. Mas EMs, no G20 e além, são agora muito mais importantes para o económico crescimento mundial. O fracasso deles, ou de um grande quase-soberano tomador de empréstimo, poderia desencadear um contágio significativo.

Nos pedimos uma ação decisiva para restringir os fluxos financeiros atualmente transmitindo a crise aos EMs. Controles de capital devem ser introduzidos para reduzir a fuga de capitais, para reduzir a falta de liquidez causada por sell-offs nos EMs mercados, e para impedir quedas da moeda e preços dos ativos. A implementação deve ser coordenada pelo FMI para evitar estigma e evitar contágio. As linhas de swap cambial devem ser estendidas para incluir EMs, e então garantir o acesso ao dólar americano. Finalmente, concordamos com as recentes medidas fornecendo uma maior provisão de liquidez pelo FMI usando os Direitos de Saque Especiais (DSE) – mas isso deve ocorrer sem a imposição de ajuste fiscal pró-cíclico.

A crise que se desenrola é uma das mais graves na história econômica. Nós deve garantir que os governos possam fazer todo o possível para proteger seus cidadãos. Em nossa economia globalmente integrada, ações coordenadas são necessárias para minimizar as restrições externamente-impostas às economias emergentes, que por sinal enfrentam a tripla ameaça de pandemia, recessão e crise financeira.

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Los Países Emergentes Y En Desarrollo Necesitan Controles De Capital Para Prevenir Una Catástrofe Financiera

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Una version corta de esta carta fue publicada en  Financial Times, el 25 Marzo

2020.

Traducido al español por: Jimena Sierra y Federico Suárez

(con el apoyo de Daniela Gabor y Luis Eslava)

Actualmente, todos los países enfrentan una amenaza sin precedentes. Esta amenaza es tanto el producto de la crisis de salud global, como de sus efectos en términos de recesión económica y colapso financiero. A diferencia de las naciones ricas, sin embargo, los países emergentes y en desarrollo (PED) carecen de la autonomía política necesaria para enfrentar estas crisis. La jerarquía monetaria global coloca a los PED en la periferia de los mercados financieros globales, lo cual los sobreexpone a choques repentinos causados por fenómenos como la crisis del COVID-19. La Reserva Federal de los Estados Unidos ha anunciado que prestaría hasta USD 60 mil millones a los bancos centrales de México, Brasil, Corea del Sur y Singapur. Aunque bien recibidos, esta línea de crédito no es suficiente. Se necesitan controles inmediatos de capital, coordinados por el FMI, para evitar un desastre financiero.

En una crisis financiera global, hay una urgencia por mantener activos líquidos en monedas seguras, especialmente dólares estadounidenses. Los países ricos pueden responder a este reto con las herramientas fiscales y monetarias necesarias. Sin embargo, esto no es posible, para los PED. Desde el estallido de la crisis de COVID-19, los inversionistas internacionales han retirado grandes sumas de los activos de los PED, lo que ha llevado a una depreciación dramática de la moneda en estos países, especialmente en aquellos que están ya sobreexpuestos debido a la caída de los precios de sus commodities.

Durante la última década, la amplia liquidez a nivel global impulsada por los bancos centrales de los países ricos, junto a una demanda sostenida de activos líquidos, ha direccionado enormes flujos de crédito e inversión en acciones hacia los PED, donde los mercados de bonos y acciones crecieron aproximadamente de 15 billones a 33 billones de dólares entre 2008 y 2019. Las ‘economías de frontera‘ y las corporaciones de los PED han emitido cantidades sustanciales de deuda en moneda extranjera. Con el apoyo del G-20, los PED abrieron sus mercados debonos en moneda nacional a inversores internacionales. En el marco de lo que se ha llamado como la segunda fase de liquidez global, los nuevos instrumentos y las nuevas instituciones financieras, como los fondos internacionales y los fondos de inversión cotizados en bolsa (exchange-traded funds (ETFs) eninglés), han facilitado la negociación global de los activos de los PED, dando lugar a una ilusión de liquidez.

Los PED ahora se enfrentan a un choque repentino por el endurecimiento de las condiciones de liquidez global y debido a que los inversores buscan huir del riesgo: la exposición a los PED sigue siendo una estrategia de alto riesgo y alto retorno, que deja de ser tractiva en tiempos de crisis. En consecuencia, los PED se enfrentan hoy a un severo ajuste macroeconómico precisamente en el momento en que todas las herramientas disponibles deben usarse para contrarrestar la crisis de salud pública causada por el COVID-19. De esta manera, algunos países pueden verse obligados a endurecer su política monetaria en un intento por retener el acceso al dólar estadounidense, mientras que las acciones fiscales pueden verse limitadas por el miedo a perder el acceso a los mercados mundiales. Sin embargo, es poco probable, que las reservas de divisas amortigüen de manera suficiente a todos los países. Esto tendría profundas consecuencias para la economía global: los PED, tanto aquellos que están en el G-20 como fuera de este, son hoy en día mucho más importantes de lo que eran hace una década gracias al crecimiento económico y la expansión de los mercados a nivel global. Frente a estos retos, el fracaso de una acción internacional que facilite préstamos soberanos o cuasi-soberano podría desencadenar en un efecto dominó con consecuencias devastadoras a través del planeta.

Existe una necesidad urgente de actuar para evitar que esta crisis alcance proporciones catastróficas en los PED. A pesar de décadas de discusiones y advertencias, todavía no existe un prestamista internacional de última instancia. Los únicos instrumentos disponibles actualmente son los préstamos del FMI y las líneas de intercambio de divisas entre bancos centrales. Sin embargo, los préstamos del FMI suelen imponer ajustes fiscales, lo cual sería desastroso en las condiciones actuales. La Reserva Federal de los Estados Unidos, por otro lado, está lista para proporcionar dólares estadounidenses a un puñado de bancos centrales: el problema es que entre los PED solo México, Corea del Sur y Brasil pueden acceder a estas líneas de intercambio de la Reserva, por un monto de hasta USD 60bn. No obstante, estos acuerdos ad hoc excluyen una gran proporción de las necesidades de los PED de liquidez en dólares.

Debido a lo anterior, hacemos un llamado a tomar acciones decisivas para restringir los flujos financieros que actualmente están transfiriendo la crisis a los mercados emergentes. Deben introducirse controles de capital para restringir la salida repentina de flujos, reducir la falta de liquidez provocada por las ventas generalizadas de activos en los mercados de los PED y detener con esto las caídas de los precios de las monedas y de los activos nacionales. La implementación de las medidas que se adopten debe coordinarse por el FMI para evitar la estigmatización y prevenir un contagio generalizado. Las líneas de intercambio de divisas deben extenderse para incluir más PED, a fin de garantizar el acceso a dólares estadounidenses. Finalmente, coincidimos con los llamados recientes al FMI para proveer una mayor liquidez, utilizando derechos especiales de giro (DEG), sin generar con esto la imposición de ajustes fiscales pro-cíclicos.

La crisis que se esta desarrollando actualmente es una de las más graves en la historia económica. Debemos asegurarnos que los gobiernos puedan hacer todo lo posible para proteger a sus ciudadanos. En nuestra economía global e integrada, se necesita una acción coordinada para minimizar las restricciones impuestas externamente a los países en desarrollo y emergentes, ya que estos se enfrentan hoy a una crisis triple: la pandemia, la recesión económica y una crisis financiera.